Videoclips que me inspiraron


Antes de rodar videoclips, los vivía. Me los tragaba una y otra vez, pausando planos, fijándome en detalles, preguntándome cómo habían logrado tal atmósfera. Aquí comparto los que me marcaron, me rompieron o me empujaron a decir: ‘yo quiero hacer esto.'»

1. «Declare Independence» – Björk

Dirigido por Michel Gondry

Este videoclip me marcó profundamente por su energía visceral y su estética cruda. Lo vi por primera vez en una etapa donde buscaba nuevos lenguajes visuales, y me impactó el minimalismo agresivo con el que está construido: una Björk desatada, gritándole al mundo desde una plataforma industrial, rodeada de cables y luces parpadeantes.

Michel Gondry consigue crear una atmósfera intensa y casi opresiva usando muy pocos elementos. Es punk, es política, es futurista, es arte. Me enseñó que a veces no hace falta una gran narrativa, sino una emoción llevada al límite. Desde entonces, entendí que un videoclip también puede ser un manifiesto.


2. «Weapon of Choice» – Fatboy Slim ft. Bootsy Collins

Dirigido por Spike Jonze

Este videoclip es pura magia. Christopher Walken bailando por un hotel vacío, volando, flotando, girando por los pasillos como si el peso del mundo no existiera. Es absurdo, elegante, inesperado y… perfecto.

Cuando lo vi por primera vez me hizo reír, pero también me dejó en silencio. ¿Cómo algo tan simple puede tener tanto impacto? Ahí comprendí lo poderosa que puede ser una idea bien ejecutada. Sin artificios, sin maquillaje narrativo. Solo una idea fuerte, un casting brillante y un rodaje que lo respeta todo.

De este videoclip aprendí algo clave: el ritmo no se corta, se baila. Desde entonces, cuando monto una escena, intento que el movimiento, el espacio y el montaje respiren como en una coreografía invisible


3. «Bitter Sweet Symphony» – The Verve

Dirigido por Walter Stern

Un plano secuencia. Una calle cualquiera. Un tipo caminando. Y, sin embargo, es imposible dejar de mirar.
Este videoclip es el ejemplo perfecto de cómo una actitud puede llenar el encuadre. La cámara no se aparta, no hay cortes espectaculares ni efectos: solo Richard Ashcroft avanzando como si nada ni nadie pudiera detenerlo. Choca, empuja, ignora. Pero sigue.

Lo vi por primera vez en plena adolescencia y me impactó esa energía contenida, esa mezcla de melancolía y rebeldía. Me hizo entender que a veces el plano es tan potente como lo que pasa dentro de él. Que el movimiento, el ritmo interno y la interpretación pueden convertir una acción simple en algo icónico.

Desde entonces, cada vez que planteo un plano secuencia o una escena de desplazamiento, este videoclip me resuena. No hay necesidad de adornos cuando hay intención.

4. «Slow» – Kylie Minogue

Dirigido por Baillie Walsh

Este videoclip es una clase magistral de control visual y sensualidad contenida. Una piscina, cuerpos al sol, y una Kylie que, con apenas moverse, domina el plano. Todo está calculado: los colores, la coreografía minimalista, los tiempos muertos. Pero lo que realmente lo hace inolvidable es el ritmo interno, esa especie de hipnosis visual que te atrapa desde el primer segundo.

Lo vi en una etapa donde estaba explorando cómo generar tensión sin necesidad de caer en lo explícito o lo evidente. “Slow” me enseñó que el videoclip puede ser seductor sin ser vulgar, estético sin ser pretencioso, elegante sin perder potencia.

Desde entonces, tengo grabado ese concepto: dirigir también es saber frenar. Dejar respirar el plano, cuidar el gesto, confiar en la composición y en el tempo. No todo es velocidad, corte o efecto. A veces, lo que se insinúa, cala más hondo.


5. TKN» – Rosalía & Travis Scott

Dirigido por Nicolás Méndez (CANADA)

Una pieza seca, directa y coreografiada con una fuerza increíble. Ni narrativa ni simbolismo excesivo: solo energía, tensión visual y actitud. La dirección es precisa y minimalista. Hay un control bestial del color y del ritmo.


Sorpresa final: «Cremaré Viu» – Joan Manel Piquer

Dirigido por Manuel Mira

A veces, los videoclips que más te marcan no son los que ves… sino los que ruedas. «Cremaré Viu» fue uno de esos proyectos donde todo encajó: la canción, el concepto, el equipo y la energía de rodaje.

Queríamos que la tierra y el polvo no fuera solo un elemento visual, sino una metáfora emocional, una declaración de intenciones. El videoclip juega con lo simbólico sin caer en lo críptico. Tiene algo de épico, algo de íntimo y algo de salvaje. Justo como la canción.

¿Por qué lo incluyo en esta lista? Porque, más allá del resultado, este proyecto me reafirmó en lo que más me gusta hacer: crear imágenes que ardan por dentro. Y porque fue uno de esos rodajes donde, simplemente, sentí que estaba exactamente donde tenía que estar.